....Semanas de días con nombre propio y yo viviendo en días alternos...
Los malditos lunes son de resaca, por culpa de sábados nocturnos que acaban en domingos al medio día. En cambio, los martes, los maravillosos martes, están llenos de besos pasionales en semáforos en rojo que nunca cambian al verde y cafés con doble de sacarina. Reconozco que son días muy dulces.
Los miércoles están cubiertos de apuntes sobre mesas distraídas, miradas perdidas al limbo y relojes que ansían marcar la hora de salida. Los jueves ansiosa por ver al chico de la gorra de cuadros; su pie derecho siempre apoyado en la pared de ladrillo y gafas de sol de la última colección de Gucci. Las voces femeninas cuentan que ese chico sólo se ofrece a contrato por horas pero sé que algún día será mío y por contrato indefinido. Los viernes dicen que es mejor vivirlos mientras espero ansiosa a esos sábados de amigas, amigos, cigarros y vestidos bohemios, quizá largos. Los domingos son de cama y dulces... Yo los dedico a leer libros de instrucciones y os cuento que el chico de la gorra, esa de cuadros, ocupa ya unas cuantas versiones.
Los malditos lunes son de resaca, por culpa de sábados nocturnos que acaban en domingos al medio día. En cambio, los martes, los maravillosos martes, están llenos de besos pasionales en semáforos en rojo que nunca cambian al verde y cafés con doble de sacarina. Reconozco que son días muy dulces.
Los miércoles están cubiertos de apuntes sobre mesas distraídas, miradas perdidas al limbo y relojes que ansían marcar la hora de salida. Los jueves ansiosa por ver al chico de la gorra de cuadros; su pie derecho siempre apoyado en la pared de ladrillo y gafas de sol de la última colección de Gucci. Las voces femeninas cuentan que ese chico sólo se ofrece a contrato por horas pero sé que algún día será mío y por contrato indefinido. Los viernes dicen que es mejor vivirlos mientras espero ansiosa a esos sábados de amigas, amigos, cigarros y vestidos bohemios, quizá largos. Los domingos son de cama y dulces... Yo los dedico a leer libros de instrucciones y os cuento que el chico de la gorra, esa de cuadros, ocupa ya unas cuantas versiones.
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