Llevo escritas ya miles de páginas en blanco desde la última vez que nos vimos, plasmadas con tinta imborrable para releerlas cada vez que pierda la ilusión.
Sigo pensando que debo proyectar pasos firmes cuando vuelva a verte, que seguiré desde la distancia alineando mis piernas con las tuyas para no caerme, sin poder hacerme aún responsable de que tiemblo cada vez que te tengo a tres pasos.
Te tiemblo y te temo porque me has tocado ya sin tocarme más de lo que muchos me han tocado tocándome.
El tiempo elije y entiende que en estos casos no sirve de nada la impaciencia pero aún así yo espero cada día a que sientas que te arrastran las cosquillas.
Tu me haces cosquillas por dentro, y yo ya he estado aquí hace muy poco tiempo y se como sigue esto...
Cómo si no te hubiera expuesto ya todo sin mediar palabra, como sino interpretarás e intuyeras que pones nervioso cada nervio de mi cuerpo, que hay pactos y reglas que de vez en cuando nos podríamos saltar, esos que procuro no incumplir yo cada noche.
Mis puños arrugan las mangas de mi jersey cuando te tengo delante, mis ojos tan mentirosos no pueden mirarte fijamente, igual que una niña pequeña muerta de vergüenza y tan llena de ternura...
Podrías quedarte este otoño y protegerme de la nada,
a cambio te invitaré a que viajes conmigo sin necesidad de salir de esta,
mi habitación.
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