Quizás lo mejor en estos casos hubiera sido salir corriendo,
gritar, abrir las ventanas para que pudiera entrar ese aire que desde hace tanto
y tan poco tiempo te está faltando.
Quizás también, lo mejor es dejar que se marchen, que se
vayan, porque al final de tanto que se quedan la que acaba alejándose de sí
misma no eres otra persona que tu.
Quizás hayan cosas que duelen tanto, que entras en una
espiral en la que sufrir parece estar establecido por ley. Igual de quizás, que
aceptar las cosas que sabes que no pegan contigo sólo por miedo a perderlas,
sin saber que desde que están sólo estás perdiendo la sonrisa y dando lugar a
los miedos.
Miedos, porque has dejado de quererte un poco más, de desear
mirarte al espejo porque no te reconoces, porque ocupas demasiado tiempo
pensando en las esperanzas que nunca llegarán y porque te estás perdiendo el
presente, y lo sabes, y decides no hacer nada más que aguantar y aguantar.
Pero va llegar el día que estalles, y espero que estés
presente cuando eso pase.
Para poder atreverme a decirte que no eres lo que quiero
tener, que ya no deseo que sigas estando, que abras la puerta y te marches. Sin
mirar atrás, si mirarte más.
Porque hay batallas que nunca ganaste, ni vas a ganar jamás.
Y espero que dejes de lucharlas pronto porque cuanto antes abandones…menos
dolerá.
Sólo una palabra, y serás libre.
Adiós.
(Dila ya).